Julia Alvarez Iguña

Julia Alvarez Iguña

Psicología on Line

Psicología de Deporte

Psicología de la vida cotidiana

Jugar el presente

31 de mayo de 2014


La actitud mental de poder centrarse en el “presente” y “lugar” del juego, es esencial para ganar, o simplemente para dar lo mejor de cada uno. Para realizar la jugada eficaz, es necesario estar concentrado, atendiendo a lo que se tiene que “atender”. Para ello la mente no debe estar ni en el pasado, ni volar al futuro del partido. El concepto de “jugar tiro por tiro”, es bien conocido por el círculo golfístico, y aplicable a todos los deportes.
Cuando un jugador se ha preparado físicamente, el resultado reside casi completamente en la concentración. Para ello debe entrenar su atención en permanecer centrado en el aquí y ahora del juego.

La concentración tiene dos dimensiones: el tiempo y el lugar. El componente "tiempo", significa si se centra en el pasado, presente o futuro, en relación a lo que el cuerpo está haciendo en ese momento.

Por ejemplo. Si estas pensando en un error que acabas de hacer, es la mente detrás del cuerpo, lo que no te deja ningún beneficio.  
Si estás preocupado por la próxima jugada, es la mente delante del cuerpo, que se anticipa al resultado.

Cualquiera de las dos situaciones, conduce a una disminución en tu rendimiento, ya que tu mente no está donde tendría que estar.
Los fallos que se comenten, produce que uno, se transforme en varios, ya que el miedo a repetirlos, lo desplazamos al siguiente, y así vamos por la cancha, recordando lo que hicimos, y no, cómo lo podemos resolver de una manera más positiva.  
El problema no esta en la técnica, sino en tu mente, generando un destiempo en tu manera de pensar, que en lugar de estar centrada en el tiro presente, está ocupada por la duda y el temor.

La única vez que el cuerpo está "en sinfonía", es cuando el jugador se centra en "la situación actual"

"Saber jugar el presente y en el correcto lugar". En este aspecto está involucrada la confianza, que es lo que yo llamo "una habilidad y necesidad básica del juego mental", debido a su importancia y relación con otras habilidades.

Liberar las interferencias del tiempo, origina una mente clara y libre de dudas, centrada un cien por ciento en la jugada del momento.

Julia Alvarez Iguña





El que se calienta....pierde

21 de febrero de 2013



El golf es un juego lleno de errores impredecibles. Viento, agua, fuera de límites, desafortunados piques, frondosos árboles, interminables bunkers, son todos elementos que continuamente van apareciendo. Ninguno falta a la cita, ellos son los enemigos ocultos del golf.  Por eso decimos que se juega contra la cancha y contra uno mismo.

La mayoría practican, toman clases, compran infinidad de libros de golf, cambian palos, permanecen pegados a Golf Channel esperando ese tip milagroso que los acerquen a la buscada verdad.
Pero a la hora de jugar, se olvidan de todo. Los embarga una laguna mental y, ante tantos pensamientos, se bloquean y la presión rompe el juego.

El error siempre está ahí, esperándote. La cuestión es qué hacemos con el error. Lo superamos, o nos supera, lo aceptamos, o peleamos contra él. El juego no se puede controlar, pero si la actitud del jugador. Ante el fracaso de un tiro, es importante poner la mente nuevamente en su lugar, en la concentración y en la seguridad de nuestro siguiente objetivo, de nuestra técnica, de nuestra manera de jugar.

Dejar que el resultado domine tu reacción es una respuesta pasiva. El golf está siempre manejando tu autoestima. Por eso es tan apasionante. Nos sale un muy buen tiro, nos ponemos contentos, y pensamos ¡qué bueno que soy!… Pero, si el siguiente no se repite, ¡qué malo que soy!

Uno no es bueno o malo de acuerdo al tiro. Uno es un buen jugador que realiza tiros buenos y malos. ¿Estamos? Uno debe aceptar con una buena actitud su manera de jugar, su concentración y capacidad de recuperación. Cuando trabajo con golfistas, más allá que el resultado haya sido bueno, se sientan y comienzan a contar todos los tiros malos que realizaron. ¿Y los tiros buenos? ¿No cuentan? ¿Por qué somos tan negativos? Un jugador no es un número arriba o debajo de una lista, de un corte o del ranking: es una persona.

Cuando tu autoestima está relacionada al resultado, surge una superficial relación tanto con la vida como con el juego. La mayoría de las personas buscan la auto-confianza y el auto-respeto en todas partes menos dentro de sí mismas, y menos en una cancha de golf, cuando las cosas no salen bien. Por eso fracasan es su búsqueda. No se dan la oportunidad de demostrar que sí pueden, que todos esos miedos son fantasías de la mente como defensa ante el miedo o vergüenza ante el “horror” de un tiro.

El buen jugador se compromete con su juego, tiene sueños, tiene metas, tiene voluntad y motivación para alcanzarlos.  No le importa si un hoyo juega bien o mal, ya que su mente está centrada en el proceso, no en el resultado. Tiro jugado, tiro olvidado. Toda su concentración está en el ahora del juego.

El golfista también tiene que tener su personalidad, una guía a quien seguir, y no ser un jugador esponja, que cambia constantemente queriendo corregir su swing, escuchando los consejos del día de aquellos que se acercan cuando uno practica. No se puede jugar en dos puntas porque terminás mareado.
Para  progresar debes ser más independiente, seguro en las propias decisiones, jugar por tus convicciones, rodearte de buenos profesores
que te den sustento a tus necesidades. Todos podemos ser buenos jugadores, el talento no se puede medir, se puede adquirir. Es una mezcla de cuerpo y mente puestos al servicio del juego. No sabemos cuán talentosos somos, pero podemos poner toda nuestra energía en conseguirlo.

Julia Alvarez Iguña

Recordando a un grande del golf: Severiano Ballesteros

14 de mayo de 2011


Tuve la oportunidad de conocer a Severiano Ballesteros años atrás y compartir con él una cena.Había venido a Buenos Aires para participar en un torneo junto a Vicente Chino Fernández y a Eduardo Romero.
Severiano poseía una gran personalidad y un fuerte carisma. Continuamente sonreía en las conversaciones y relataba sus experiencias en los torneos con la humildad de los grandes.
Se crió en España procediendo de una familia muy pobre y al igual que otros grandes del golf, como Ben Hogan y Walter Hagen, se inicío en el deporte como caddie.
Desde el momento en que su hermano Manuel le dio su primer palo de golf a los siete anios, un hierro 3, fue imparable; jugaba tiros que otros sólo podían imaginar. Todo su juego se realizaba con ese solo palo, con un gastado hierro 3 ya que era el único que tenía y lo jugaba desde el bunker, como putt o driver.

Esto lo llevó a un juego creativo e instintivo, ya que cada tiro no dependía del palo que utilizara sino de la habilidad con que lo realizaba. No se centraba en el swing, sino en el objetivo de meter la pelota en el hoyo desde cualquier lugar. Si la pelota se encontraba tras de un árbol, no se quedaba en el error, en la mala suerte o tratando de chequear su swing, sino que buscaba el hueco por donde sacarla y enviarla al green. Uno de sus recordados tiros fue cuando hizo birdie después de jugar de un área de estacionamiento de autos durante su Open Británico en 1979 y ganar.
Sus grandes éxitos fueron el resultado de su actitud intuitiva y creativa, de su juego orientado a meter la bola en el objetivo y no orientado en la perfección mecanicista del swing. Su fuerte era el juego corto, su contra como todo buen gallego, la falta de paciencia y sus enojos.

Solía recordar cuando era chico, jugar en el patio de los caddies con monedas y con un palo enviar la moneda a un objetivo establecido. Nadie le podía ganar. Utilizaba todo el poder de su percepción y actuaba según lo que quería hacer. Sin saberlo, se estaba manejando con el principio según el cual la mente reacciona según el impulso que llega al cerebro.
Así se fue transformando en un agresivo jugador de golf. Cuando practicaba solía poner todos los palos frente a él, tirando pelotas con diferentes palos, jugando hoyos y situaciones imaginarias e inventando jugadas en su mente y resolviéndolas tal como si fuera en una situación de competencia. Con el correr del tiempo fue dándose cuenta que su swing tenía que mejorar si quería seguir entre los primeros del ranking. Fue así que comenzó a tomar clases con los más renombrados gurúes del golf. Su swing mejoró, pero al caer en la parte mecánica de la técnica perdió su intuitiva manera de jugar. La saturación de objetivos, acabó arruinando su creativo juego, desarmando su espontáneo swing.
En el golf encontramos dos clases de jugadores: los racionales o científicos que se basan en las teorías mecanicistas del swing y los intuitivos, los artistas del golf, los creativos, los que actúan sin un previo análisis y se basan en la intuición de la percepción. Son los que juegan por sensación, los que actúan según lo que perciben en el entorno. La contra de los intuitivos es que muchas veces no miden el peligro y juegan al límite al revés de los racionales que miden y calculan todo.
Unas semanas antes de su decimoséptimo cumpleaños se convirtió en profesional y finalizó su carrera con noventa y cuatro victorias como profesional, incluyendo 5 Mayors, 6 de la Orden Europea de los títulos de Mérito y la posición Nro 1 en el Ranking Mundial Oficial.
Sin embargo, no pudo ganar su partido más difícil en la lucha contra el cáncer de cerebro que se lo llevó a pesar de su implacable lucha contra esa terrible enfermedad, soportando el dolor y el sufrimiento que lo acompañó en sus últimos años. Seve decía que su pelea con su cáncer era "el tiro más importante de su vida" y que estaba "luchando por ganar su sexto Mayor".
Severiano se convirtió en un fenómeno deportivo, un deportista que trascendió y que ya forma parte de una de las leyendas del golf. Hoy en día detrás de cada adolescente que lleva el nombre de Severiano hay un padre golfista que lo admiraba como persona y jugador. Hasta mi hijo nacido en el ochenta en plena “era Ballesteros” casi también lleva su nombre.

Tal fue la trayectoria de su persona, Severiano, “el matador”, “el toro embravecido”, el jugador de capa y espada, que llegó a ser el golfista más intuitivo y creativo del golf.
Severiano jugó su último olé del matador el pasado 7 de mayo con la entereza y la grandeza que sólo poseen los grandes.

La función del caddie y su relación con el profesional de golf

18 de diciembre de 2010

El caddie juega un papel sumamente importante en una competencia y se debe trabajar junto con el jugador profesional tanto en lo individual como en lo grupal ya que los dos forman un equipo a la hora de jugar. Una ronda de golf dura aproximadamente cuatro horas y media. Pero, es sólo aproximadamente quince minutos de juego lo que se emplea en golpear consecutivamente a la bola, o en lo que llamamos “el juego interior”.

En cuanto al tiempo de juego, cada tiro lleva ejecutarlo menos de cinco segundos y no más de un minuto en planificar lo que se quiere hacer y realizarlo para no caer en demora y penalidad. En el total de la competencia, un profesional dispara entre setenta y setenta y cinco golpes. Por otro lado, se juega en un campo que cubre cinco kilómetros y medio por lo que la mayoría del tiempo el caddie es la persona con quien más tiempo se comparte.

El tiempo restante de juego, que dura aproximadamente el 94%, cuatro horas y quince minutos, el golfista lo emplea en “el juego exterior” manejando presiones: el público, los medios de comunicación, el fuera de limite, la pérdida de pelota, llamados de atención ante demoras, variables del clima, y es en este segmento donde podemos incluir también al caddie, quien si no logra jugar en sintonía con su profesional es motivo de gran desconcentración y pérdida de tarjeta (no clasificar).

Es en este tiempo muerto donde se planifica, se selecciona, se comparten infinidad de situaciones tanto físicas como psicológicas y que pueden influir en el estado mental del jugador. Siempre afirmamos desde la psicología, que un partido se gana o se pierde en tiempo muerto, ya que es cuando surgen las mayores presiones.

En toda competencia importante el jugador solamente se debe dedicar a concentrarse y en pegar a la pelota. Como dicen varios profesionales: el ochenta por ciento lo hace el jugador y el veinte el caddie. Es en ese tiempo donde el caddie debe dedicarse exclusivamente a desempeñar su rol; ayudar con su juego al jugador, a mantenerse concentrado, motivado, a manejar la constante motivación, la seguridad en el tiro, el manejo de la atención, pero por sobre todas las cosas debe saber escuchar y saber callar, es decir la forma en que nos comunicamos mutuamente.

La función específica del caddie es limpiar la bola, dar información sobre la selección de tiro y distancia de yardas, tener nuevas bolas de golf para cuando sea necesario, colaborar en la distancia, el viento, la dirección, o una línea de un putt. Si ante un tiro errado los dos se enojan sobreviene la desconcentración y la mutua frustración que conduce a la derrota.

A veces, los caddies no soportan que el profesional realice malos tiro: “juega mal y me nublo”; muchos hablan mal del profesional, o llegan tarde y no avisan, les interesa más la bolsa semanal que el crecimiento personal y, porque no el profesional. Algunos han logrado ser muy buenos caddies y los caddies argentinos son muy buscados en Europa por su conocimiento y profesionalidad.En un torneo, si bien la última decisión la toma el jugador, el caddie ayuda en la planificación del tiro a realizar, aportando la necesaria confianza en su realización.

Hoy en considerado como integrante de un “juego de equipo” y elemento importante para ayudar a los jugadores a realizar su mejor esfuerzo. Para ello debe poseer las siguiente cualidades como ser: honradez y fiabilidad, positivismo, paciencia, demostrar a toda hora una influencia tranquilizadora, saber cuándo hablar y cuándo no hablar, poseer el perfecto conocimiento de golf y sus reglas, cuidar al jugador de que nadie lo moleste o se mueva a la hora de jugar, saber cómo mantener los cuatro días de competencia al jugador en su juego, saber confirmar o reforzar la decisión de un tiro ya que ayuda a tener más confianza y compromiso en el plan de acción, lo que es fundamental para la ejecución exitosa. Si un caddie demuestra dudas sobre la decisión de un jugador, esto puede llevar a una falta de confianza o de compromiso por parte del golfista.

El caddie funciona como sostén psicológico del jugador, como un objeto de seguridad externa en quien el profesional confía y deposita su juego. Para ello se deben conocer bien mutuamente; cuáles son sus fortalezas y debilidades, sus tiros preferidos, distancias, estados de ánimo, tácticas para elevar su estima y reforzar su ego. Esto es el resultado de tiempo compartido en prácticas, torneos, tiempo libre, en el desarrollo de una relación de trabajo más eficiente, lo que trae beneficios y disminuye la carga de presión al ser una responsabilidad compartida.

El golfista aprende a confiar en la fiabilidad del caddie y sus conocimientos y habilidades técnicas y pseudo-psicológicas. Uno de los peligros es llegar a ser demasiado dependiente del caddie y, si por alguna razón llegase a faltar en un torneo, no podría manejarse solo. Independientemente de la batalla y del resultado del día anterior se debe presentar temprano, recorrer el campo marcando las distancias y los nuevos metrajes, confirmar los horarios y el ritmo de la salidas, con el objetivo de tener todo listo y planificado cuando las circunstancias lo requieran.

Entre el jugador y el caddie debe formarse un espacio virtual donde se superpone el trabajo individual y el grupal, como resultado de la capacidad de jugar tanto de uno como de otro. Sólo a partir del libre y seguro jugar puede la persona ser creativa en el despliegue de lo más personal entre lo propio y lo aportado por su caddie, ya que el jugador se encuentra en función y ante la firme presencia y sostén del otro, y la interacción que se produce entre ellos.Es a partir de este encuentro que surge un vínculo que no se tratará solamente de objetivos y operaciones técnicas, sino también de valores, de comportamientos, de competencia técnica integrando la capacidad de poder escucharse y saber callar mutuamente.


Veamos esta situación de la famosa película “La leyenda de Bugger Vance”, donde ante un tiro perdido en el medio del bosque, el jugador es invadido por miedos y presiones asociando esa situación a momentos pasados, pero gracias al soporte y confianza en la superación personal que su caddie le brinda, logra transformar ese desvalimiento interno demostrando lo que él realmente es. Al disipar los miedos internos y poder volver a una situación relajada, se concentra en su objetivo y dispara tan bien como él lo sabe hacer y lo ha hecho infinidad de veces.

La copa Ryder y el trabajo sobre la cohesión grupal.

16 de octubre de 2010


La copa Ryder fue ganada esta vez por Europa, tras un duro batallar de cuatro días consecutivos, ya que debió posponerse un día más por lluvia.
En este torneo dos equipos compuestos por doce de los mejores golfistas compitieron por la dorada copa cuyo destino final fue esta vez Europa.
Este evento deportivo no solamente es importante para los jugadores, sino también para los espectadores que se identifican con los equipos involucrados. El público forma parte de esa categoría social de "quienes somos", y contribuye junto con los atributos individuales, de cómo se ven a ellos mismos realizando una comparación social con los grupos rivales.

En la Ryder Cup compite un continente y una superpotencia en un estadio deportivo, en este caso se jugó en Newport, Gales. Europa jugó con gran ventaja al competir como local influyendo en ella la familiaridad con la cancha y las condiciones de juego. El aumento de la confianza y las expectativas de éxito por los jugadores, se vieron beneficiadas ante el apoyo del público local que ayudó a un mayor rendimiento.
La Ryder Cup es un ejemplo de un deporte de equipo donde los jugadores realizan las habilidades de forma individual, pero es el rendimiento grupal el que determina el éxito. En este sentido, la cohesión del equipo es determinante. Por lo que ya venimos explicando en mis columnas, existe una relación positiva entre la cohesión y el rendimiento, por lo que en este caso, se tuvo en cuenta el compromiso en desarrollar y mantener intensas relaciones sociales dentro del grupo, eliminando individualismos, como para estar comprometidos con los objetivos del trabajo del equipo.


Los coach de ambos equipos fueron en este caso Colin Montgomerie, Monty, para Europa y Core Pavin por USA. Ellos se dirigieron a algunos de los nombres más grandes del mundo del deporte en busca de apoyo psicológico para poder trabajar la presión y el teem building grupal.
Montgomerie buscó el apoyo de Gareth Edwards considerado uno de los mejores jugadores de rugby de todos los tiempos, jugador de British Lyons y al coach entrenador y ex-futbolista del Manchester United, Alex Ferguson, conocido como Sir Alex, acostumbrado a trabajar con los “egos” de grandes jugadores. “En la Ryder se reúnen doce egos y tengo que asegurarse de que están jugando el uno junto al otro”, declaró Monty en una rueda de prensa.

El equipo europeo constantemente pasaba videos motivacionales en las reuniones. Los videos mostraban a los jugadores recibiendo sus trofeos, metiendo difíciles, putts, en la ejecución de tiros extraordinarios. Todo esto en realidad funcionaba como disparador motivacional como recordatorio constante de todos los mejores momentos de los jugadores. De esta manera se demostraba lo buenos que eran para recordarles los grandes logros realizados anteriormente para poder volver a repetirlos en el torneo.
Quizás el vínculo más extraño deportivo fue el estadounidense con sede en Europa, Alfred Jenkins quien ayudó y asesoró a la gran estrella del rugby Johnny Wilkinson.
"Lo fundamental es si se trata de un putt para ganar una Copa Ryder o un drop ganador de una Copa del Mundo, todo se reduce a una persona," dijo Alfred.

Por otro lado Corin Pavin buscó asesoramiento en entrenadores y directores generales de béisbol, fútbol americano y el baloncesto para ayudar a lidiar con las presiones mentales de su equipo. Buscó apoyo en Doc Rivers de los Boston Celtics, Jerry West, director de la NBA y entrenador de Los Lakers, Mack Brown entrenador de fútbol americano de Texas, y el entrenador de baloncesto de UCLA Ben Howland. Todos los temas centrales giraron acerca de la motivación, la cohesión grupal, manejo de presiones y la psicología de los atletas en general.
"Las emociones también son muy altas durante la semana de la Ryder Cup para todo el mundo, y hay que ser muy conscientes de su nivel emocional," dijo Pavin. "Hay una fuga de emociones el lunes, martes, miércoles y jueves y tienes que estar listo para ir por tres días, a partir del viernes. Por eso queremos crear un ambiente de confort, queremos crear un ambiente donde los jugadores se relajen y mis cuatro vice-capitanes y otros van a crear ese ambiente para ellos". Jugamos como un equipo, cenamos como equipo, hemos hablado como un equipo y ganaremos como un equipo” fue uno de sus lemas centrales.

En ambos tipos de partido, fore-ball, foursome e individuales, la forma en que compañeros de equipo y oponentes interactuaban jugó un papel decisivo en cada hoyo. Las emociones pueden ser contagiosas entre los compañeros de equipo y son ellas las que ayudan o dificultan la manera de jugar. Además el mantenimiento de un lenguaje corporal positivo (por ejemplo, la postura erguida, gran cantidad de contacto visual) es una forma de comunicar el grado de confianza a un oponente y presionarlo psicológicamente ante cada tiro.

En la Ryder Cup un cierto nivel de presión se mantiene durante todo el campeonato. Generalmente la presión en el golf va y viene en los torneos y se intensifica en los últimos nueve hoyos, pero en la Copa Ryder está ahí toda la semana, incluso en las rondas de práctica. Es por eso que las emociones son tan intensas y deben ser trabajadas.
Debido a la importancia de la cohesión para el éxito, los psicólogos del deporte utilizan una serie de intervenciones para trabajar sobre ella. Algunos se centran en la mejora de la cohesión social mientras que otros se centran en la mejora de la cohesión de la tarea.
En una gira, el jugador es un individuo, juega sólo para sí mismo y si pierde no molesta a nadie, pero cuando se representa a un país la tensión es totalmente diferente.

Es así que la tensión del último tiro le jugó una mala pasada a USA. En el último partido se enfrentó Mac Dowen por Europa y Hunter Mahan por USA quien tenía que ganar el hoyo17 y en el 18 al menos sacar un empate para ganar y retener la Copa (EE.UU. ganó la última en 2008). Pero tanta presión arrugó a Mahan. Lo achicó tanto al momento de jugar que realizó un terrible tiro al green donde apenas movió unos metros la bola –papa en la jerga deportiva- McDowell ya era el dueño del partido y, más aún, el héroe de una victoria para el recuerdo.

En resumen, esta edición de la Ryder Cup nos ha dejado emociones, sorpresas, agua, lluvia sin fin, grandes dosis de adrenalina, sentimientos a flor de piel, lágrimas de decepción y de alegría, banderas al cuello como en el caso de Jiménez toreando con la roja y amarilla, gritos de rabia que servían para desahogar los nervios, dolor un una nación, es decir, el sentir del golf en toda su expresión. Deberemos esperar dos años para volver a revivir las emociones de este torneo. Esta vez Estados Unidos jugará de local y la edición de la Ryder Cup 2012 se llevará a cabo en el Medinah Country Club en las afueras de Chicago.

Golf: Louis Oosthuizen y su punto rojo!

21 de julio de 2010


El sudafricano Louis Oosthuizen ganó su primer “Major” al adjudicarse este domingo el Abierto Británico de Golf que se disputó en el legendario campo “Old Course” de esa ciudad. La estrategia del punto rojo empleada para ayudarlo a mantenerse concentrado, demuestra la creciente importancia de las técnicas mentales en el ámbito del deporte de competición.

Más allá de su espectacular juego podemos analizar su éxito de diferentes maneras.

Ante algunos errores de la cancha nunca adoptó una posición pasiva conservando durante los cuatro días un estilo y un lenguaje corporal positivo. Mantener un óptimo gado de concentración durante los cuatro días de un torneo es muy difícil cuando se es puntero, y más aún en un “Mayor” como es el Británico.

La perfección y la mecánica de su swing se mantuvo a pesar de las presiones del campeonato. Confió en su técnica y siempre repitió la misma manera de jugar.
Se mantuvo relajado no permitiendo que ninguna emoción lo perturbara, hasta en varios hoyos se lo vio silbando demostrando mucha tranquilidad.

Otro gran colaborador de su triunfo fue su caddie, Zack Rasego, quien ayudó a mantenerlo centrado e impedir que comenzara a volar en el futuro, en el resultado, logrando el adecuado y equilibrado nivel de activación y rendimiento.

Pero lo que más llamó la atención fue la misma rutina que realizaba antes de cada tiro al enfocarse en un pequeño punto rojo en su guante, el cual actuaba como un “disparador” para mantenerlo en el presente, para hacer un corte en el tiempo, evitando pensar en las consecuencias.Karl Morris, psicólogo deportivo de Massachusetts, fue con quien entrenó esta técnica psicológica. Karl también trabajó con Greme Mc Dowell, el ganador del último USA open en Pebble Beach.

Ésta es una de las diferentes técnicas que se emplea para ayudar a la mente a concentrarse bajo presión. Otras variantes pueden ser: la detención del pensamiento, trucos con la imaginación, respiración, trabajo con imágenes mentales. Tiger Woods, por ejemplo, utiliza el sonido del velcro de su guante como disparador para lograr su ya conocida concentración. Cada jugador recurre a la que más se ajuste a su juego, pero en sí, todas son distintas formas de lograr mantenerlo centrado en el presente de su juego.
Muchas de las técnicas psicológicas tienen sus raíces en la filosofía Zen, como ser: las de meditación, relajación, respiración y visualización. Si bien, muchas de ellas parecen muy simples, se necesita práctica y entrenamiento para que funcionen. Junto con el swing, deben formar parte de la rutina del jugador, ya que de lo contrario, ante situaciones de presión es muy difícil que funcionen.Básicamente se busca lograr un estado mental que consiste en la capacidad de poder vaciar la mente, en lograr entrar y salir del juego según la situación, olvidando y volviendo a nacer en cada tiro, a pensar claramente en lo que se quiere hacer disipando los miedos acerca de lo que “no” se debe hacer.
En el budismo, mente y estado de conciencia “awareness” son sinónimos. El estado de conciencia, la mente, es un espacio amplio, su contenido son sus experiencias; pensamientos, emociones, percepciones. Cuando se está en “la zona” poseemos pensamientos pero no somos concientes de ellos, pasan a un segundo lugar, los dejamos ir. Lo importante es identificarse con ese estado de conciencia presente en lugar de sus contenidos.

Cada día es nuevo, no es una repetición del pasado, cada momento es nuevo. Lo mismo sucede en el deporte, cada tiro es un momento nuevo. Lo que entorpece e impide el libre fluir del juego es la memoria psicológica que siempre está recogiendo el pasado o preocupándose por el futuro. Al jugar se debe estar vacío de pasado, con la percepción despejada, sin palabras, haciendo todo tan en el presente que no se pueda volver a sentirlo como una repetición. Y como en el próximo tiro no se va a estar ahí ¿Quién cargará con el pasado o imaginará el futuro?
Es una buena reflexión para ir practicando esta técnica ¿no?

¿Cómo nos pensamos durante un partido?

30 de junio de 2010


Lo que los jugadores piensan o verbalizan con respecto a su juego es crítico y afecta al rendimiento a corto o a largo plazo.
La autoconversación es todos los pensamientos que se tienen en la cancha desde el tee del hoyo uno, mientras se va caminando al segundo tiro, junto a todas esas palabras que perduran hasta el hoyo dieciocho. El jugador debe estar centrado en sí mismo y en sus pensamientos. Eso es el feedback (conversación interior) que debe tener todo deportista.
La clave para el control de nuestros pensamientos es el autodiálogo o autoconversación. La frecuencia y el contenido de los pensamientos varían de una persona a otra, pero podemos afirmar que cada vez que pensamos acerca de algo, estamos hablando o dialogando con nosotros mismos y actuando en consecuencia. El autodiálogo, cuando es negativo, distrae de la tarea que hay que realizar, interrumpe las habilidades automáticas aprendidas y conduce a un pobre rendimiento deportivo.

Cuando un deportista se considera a sí mismo un mal jugador a través de sus creencias juega y desempeña ese rol. Un pensamiento apropiado o positivo conduce o proporciona sentimientos de valía y alto rendimiento deportivo.
Podemos afirmar que nuestros pensamientos definen nuestro juego, influyen en nuestra conducta de acuerdo a como interpretamos, vemos y valoramos los acontecimientos. El jugador debe centrarse en cuales son las situaciones estresantes del partido que ponen en marcha los pensamientos negativos: por ejemplo, un jugador falla un green en una muy buena posición para poder bajar un golpe y piensa: “¡Qué burro soy, así no voy a ningún lado!”. Este pensamiento interfiere en la meta a lograr, porque gatilla la ansiedad e impide centrarse en la jugada siguiente por miedo de repetir el error.
Debés poder detener esa forma de reaccionar y tener alguna frase personal para decirte y estimularte positivamente, recordando que lo que sucede en la cancha está dentro de lo posible y, que hasta fallando varios tiros se puede hacer un buen score.

Centrate en tu rendimiento y en tu esfuerzo y no en los resultados. Las autoinstruciones o tu autodiálogo ha de ser congruente con tu estado de ánimo. No vale pues decirte: "no estoy nervioso" cuando en realidad lo estas y es esperable que así sea. Es mejor decirte: "Estoy nervioso, pero sé lo que tengo que hacer para superarlo".
¿Cuáles son los pensamientos que pasan por tu mente durante el juego?
Escribílos y observá si hay alguno en particular que llame tu atención. ¿Cuántas veces ésta situación se repite? Si es así:
¿Cómo lo vas a resolver la próxima vez?Al pensar esta pregunta te darás cuenta que seguramente sos tu primer enemigo. Es imposible jugar cualquier tipo de deporte sin experimentar el fracaso. Como decía Michael Jordan “he fracaso una y otra vez en mi vida, y por eso he triunfado”. Conseguir éxito en cualquier tarea implica correr riegos. El éxito de Jordan no hubiera sido posible si no hubiera superado las derrotas, las decepciones y los fracasos, pero siguió luchando por su objetivo porque creía en sí mismo.
Si ante un tiro pensamos demasiadas cosas, seguramente nos confundamos e interfiera en la fluidez del movimiento. Utilizá una sola palabra clave que represente sensaciones positivas de juego. Por ejemplo: “tranquilo”, “relajado”, “calma” etc. Cada jugador tendrá su propia palabra disparadora.

Tratá de disfrutar de tu juego, no dejes que lo negativo se intrometa y perturbe la eficacia de tu swing. Mantené una actitud positiva. Vos podés ser tu aliado o tu enemigo; si tu cuerpo responde como un ganador, por dentro te verás como tal, si tu cuerpo va arrastrándose por la cancha, tu imagen y tu lenguaje corporal serán negativo y facilitarás que la actitud también lo sea.

Julia Alvarez Iguña